lunes, 6 de mayo de 2019

Viaje (de ida) al país de las amapolas

Horas después ahí estábamos ella y yo con un candil preparado para abrimos las puertas del cielo.
La cuchara negra y semi oxidada , borboteando como un lago en el infierno.
Dos agujas goteantes como dos colmillos de cobra mas, yo, siempre fui de los que gustan de el veneno.
Entra.
Enseguida noto esa mágica calidez. Acariciando mis venas como tsunami de orgasmo. Todo ese placer multiplicándose en mi cuerpo.Pero no, no me metí todo de una.
Ella prepara su dosis. La verdad es que yo puse en la mía, la mitad de una dosis, 12 , pero aun con el subidón parecía controlable.
Pero ella parece que se lo inyectó todo de golpe.
Su epidermis ,ya trémula y enfermiza, empezó a vibrar a un ritmo que no sonaba ni orgánico ni artificial.Era un contoneo doloroso y lleno de matices.
Como no pedorrearse de esa situación. Todo tristeza.
Ese silencio se hizo tan denso que me ahogaba.
Lo único que recuerdo es su pálida carne exhalando su último aliento.Y nada más resurgió de su interior. Solo silencio se hizo. Yo estaba también por exhalar mi último aliento, cuando pasó. Ráfagas de luz y oscuridad ,recubrieron mi ser de una divina providencia.
Todo cambió. Mi ser estaba ya en otro plano.Otro espacio.Otro tiempo.
Pero yo seguía en los arrumacos de esa maldita y bendita droga.

Viaje (de ida) al país de las amapolas

Horas después ahí estábamos ella y yo con un candil preparado para abrimos las puertas del cielo. La cuchara negra y semi oxidada , borbo...